Hacia fines de los años sesenta y primeros setenta el Estado argentino se propuso impulsar una serie de proyectos vinculados a la industrialización sustitutiva. Aquellas ramas proveedoras de insumos y con una importante necesidad de capitales fueron las que encabezaron el proceso. La producción local de carbonato de sodio, conjuntamente con el aluminio y el papel prensa, entre otros, fue priorizado por el Estado nacional pero ahora convocando al capital, ya sea nacional o extranjero. Estas actividades, que habían sido encaradas inicialmente por el propio Estado en el marco de políticas tendientes a una mayor autarquía durante los años cuarenta, serían ahora relegadas la actividad privada pero con una fuerte presencia estatal en las definiciones técnicas de los proyectos y en el financiamiento de los mismos.
El presente trabajo analizará el rol del Estado en la promoción de la industria local del carbonato de sodio, sus limitaciones y el accionar empresario en un contexto de fuerte consenso en torno al impulso de la industrialización en la Argentina.